lunes, 11 de enero de 2010

Directora chilena Dominga Sotomayor participará en la Residencia de Cannes


Por María José Bello

Con sólo 24 años acaba de ganar el premio de la Residencia del Festival de Cannes para desarrollar en Francia el guión de su primer largometraje De jueves a domingo. Egresó de la Carrera de Dirección audiovisual de la Universidad Católica de Chile el año 2007 y a partir de entonces no ha cesado de cosechar éxitos: ese mismo año realizó un Master de Dirección cinematográfica en la Escac de Barcelona gracias a una beca del Fondo Audiovisual de Chile, sus cortometrajes han sido premiados en diversos festivales nacionales e internacionales y el año 2009 participó en el Talent Campus del Festival de cine de Berlín. La calidad artística de sus obras y el múltiple reconocimiento que han recibido estos cortometrajes (Cessna 2006, Noviembre 2007, Debajo 2008 y La Montaña 2008) la han consolidado como una de las directoras más prometedoras de la escena audiovisual chilena.

Eres la primera mujer chilena que recibe este premio ¿Cómo supiste del programa? ¿Te esperabas recibir este reconocimiento?

Supe por personas que conocí que habían estado en la Residencia. Además, es un programa bastante conocido y me habían recomendado postular. En verdad postulé sin expectativas de quedar seleccionada y estoy bien contenta porque sólo conocía a gente que habiendo tenido éxito con su primera película había ido a trabajar en la segunda; sabía lo difícil que era quedar teniendo sólo cortometrajes. A principios de diciembre tuvimos que ir los preseleccionados a París a una entrevista y después de eso me avisaron que había quedado. El programa es como una beca de creación, es la residencia de la Cinéfondation del Festival de Cannes que invita a 6 cineastas durante cinco meses a convivir a un departamento en París para que escriban su primera o segunda película. Ellos te financian durante esos meses, te generan una red de contactos para el proyecto y además te apoyan para ir a presentarlo a festivales como Cannes y Locarno, entre otros.

¿Cuál es el tema de tu largometraje De jueves a domingo? ¿Hay elementos estéticos que vas a retomar de tus anteriores trabajos?

De jueves a domingo es un viaje de dos niños con sus papás al norte de Chile por un fin de semana largo. Es la mirada distante y fragmentada de los niños de este útimo viaje familiar.
La película sigue en cierta medida la línea de mis cortometrajes; me interesan las historias sencillas, familiares, no siempre autobiográficas pero que sí he podido observar, que me son cercanas. Hay elementos parecidos, las situaciones de pareja, el tema de la propiedad, pero ahora en un solo recorrido.

De jueves a domingo

Elegiste a la directora de fotografía Bárbara Álvarez (Whisky, La mujer sin cabeza) ¿Cómo la conociste y por qué la has elegido?

La conocí hace un año por este proyecto, cuando recién estaba empezando a desarrollarlo. Un amigo uruguayo que conocí en Biarritz me contactó con ella y después fui a Montevideo a conocerla. Nos caímos bien, me gusta mucho su trabajo y además siento que entendió muy bien la idea del proyecto. Me parece interesante que, como el proyecto está planteado desde el punto de vista de los niños, ella pueda también tener desde la fotografía, una mirada nueva y desprejuiciada sobre el paisaje ¿Vas a filmar en digital o en 35 mm? No tengo completamente definido el formato en el que voy a hacer la película.

¿Cuál ha sido el mayor desafío de pasar del formato de cortometraje a la creación de un largo?

En los cortometrajes siempre he tenido mucha libertad, es un formato muy cómodo para probar y equivocarse, además todos los he producido con mis amigos y se podría decir que con nada de presupuesto. El proceso de este largometraje ha sido diferente, me dan ganas de ir y filmarlo pero en este caso y por las características del proyecto, elegí desarrollarlo postulando a fondos e involucrando a más gente. En este momento, mi mayor desafío en el salto de formato es pasar de la estructura de un guión de corto a sostener noventa minutos de película, aunque como primera película siento que uno puede tomar ciertos riesgos, probar formas nuevas.

sábado, 9 de enero de 2010

8° Mercado de Cine Iberoamericano en Guadalajara


Les informamos que el Festival Internacional de Cine en Guadalajara llevará a cabo del 12 al 19 de marzo el 8° Mercado de Cine Iberoamericano. Por octavo año consecutivo, esta iniciativa reunirá a destacados productores y compradores de la industria fílmica de todo el mundo, en un escenario propicio para negociaciones e intercambio de ideas, y cuyo principal foco de interés es el mercado Iberoamericano. Este evento se ha constituido ya como uno de los más importantes de la región, dado que representa un escaparate de gran alcance para las producciones cinematográficas en busca de distribución o posibilidad de compra.

Al congregar con fines comerciales la presencia de productores, distribuidores y programadores de la industria audiovisual, el Mercado de Cine Iberoamericano en Guadalajara es uno de los espacios estratégicos más importantes para los sectores de la exhibición y programación cinematográfica.

Este año, el 8° Mercado de Cine Iberoamericano ofrece las siguientes actividades:

Proyecciones de Mercado “Hecho en México”


Videoteca con títulos de la más reciente producción iberoamericana


Área de exposición de la industria audiovisual


Short Up!!!, espacio dedicado al cortometraje en la Industria


Mesas de Negocios con agentes de ventas


Para asisitir a la celebración del 8º Mercado de Cine Iberoamericano; es necesario realizar el registro de Industria a través de la página web a más tardar el día 5 de febrero de 2010: http://www.ficg.mx/industria/index.php


Para mayores informaciones:

mercado@ficg.mx, mercado@ficg.mx

http://www.ficg.mx


Registro de Participantes de Industria: http://www.ficg.mx/industria/index.php

Registro de Películas a Mercado: http://www.ficg.mx/mercado/registros.nueva.publico.php


El Registro de Industria automáticamente garantiza a los participantes la acreditación para el 25 Festival Internacional de Cine en Guadalajara, salvo eventos que requieran previa invitación.


Para la entrega de su acreditación deberá cubrir la cuota a través de la forma en línea y presentar la impresión de su recibo en el módulo de Industria, a partir del 12 de Marzo de 2010 en el Hotel Fiesta Americana Guadalajara.


Cuota de acreditación:

Registro de Industria $750 pesos mexicanos

Registro de Industria + Producers Network: $950 pesos mexicanos


domingo, 3 de enero de 2010

Cine y dictadura: una nueva mirada


Por Ignacio del Valle

“Esta película me gustó, no tenía nada que ver con el típico cine chileno que siempre habla de la dictadura”, me dijo hace poco un conocido. Por desgracia, hace mucho que escucho afirmaciones de este tipo; se repiten con la frecuencia propia de un rosario. Hablo del caso chileno, aunque sospecho que sucede algo similar en otros países latinoamericanos. En cierto sentido ocurre lo mismo en España, donde se ha vuelto un deporte criticar el interés que la Guerra Civil despierta en los cineastas. Este tipo de juicio suele venir del público potencial de las producciones nacionales. Subrayo lo de “potencial”, porque el prejuicio al que hago referencia tiende a desaparecer como por arte de magia en aquellas personas que pasan de la potencia a la acción, o por decirlo de otro modo, está menos presente en aquellos que toman la decisión de pagar por ver una película de su país. Ignoro cómo se habrá gestado este dogma, probablemente venga de líderes opinión influyentes pero ignorantes o quizás de críticas desafortunadas de medios generalistas.

Sea como sea, este juicio esconde un planteamiento falaz y le hace daño al cine iberoamericano. En primer lugar habría que dejar en claro que desde un punto de vista cuantitativo los filmes que abordan estas temáticas no ocupan un lugar preponderante en la producción cinematográfica –otra cosa es que tengan más prensa-; en segundo lugar, no está de más dejar en claro por enésima vez que una película puede ser un bodrio o una obra maestra con total independencia de su temática; en tercer lugar, habría que preguntarse por qué se siguen haciendo este tipo de películas, o ni siquiera eso, en realidad lo correcto sería preguntarse por qué esta temática hace que más de alguno tuerza el gesto.

Entre otras muchas cosas, el cine -y el arte en general- sirve como expresión y memoria de las sociedades. Tiene por ello una función especular. Con independencia de la intención de sus creadores, ese espejo a veces se convierte en un verdadero retrato de Dorian Gray: nos muestra la corrupción del cuerpo social, las heridas, los traumas, los anhelos, las obsesiones, los cismas. Dorian Gray escondió su retrato maldito en el ático de su casa para que nadie, ni siquiera él, pudiera enfrentarse a la verdad insoportable de su reflejo. Algo similar hacemos al denostar este tipo de filmes. Al parecer conviene enterrar la memoria en sociedades como las nuestras, obsesionadas con el crecimiento económico, el éxito y la felicidad en tres cuotas y sin intereses.

Podría ser que a fuerza de ver filmes sobre la dictadura el público potencial sufra una verdadera indigestión temática. Quizás. Aunque no deja de sorprender que no suceda lo mismo con las películas de superhéroes, magos y orcos. Tampoco parece producir esta indigestión la muy comentada y promocionada Avatar, a pesar de que el tema que aborda James Cameron no se aleje demasiado del que propuso Georges Meliès en Viaje a la luna, hace nada menos que ciento ocho años.

Lo sé, estoy haciendo trampa, el tipo de público que ve estas superproducciones no es necesariamente el mismo que va a ver filmes sobre las dictaduras (aunque en muchos casos sí es el que los critica). También debo reconocer que en cada caso el concepto de espectáculo es muy distinto. Puede que a alguien le siente mal que compare a Avatar con la obra de Meliès: ciertamente el tratamiento de ambos filmes es absolutamente distinto y los medios de que disponen están a un siglo, literalmente, de distancia. Sin embargo, meter en el mismo saco Avatar y Viaje a la luna es tan reductor como utilizar la misma etiqueta para calificar todos los filmes que abordan el tema de las dictaduras latinoamericanas.

La forma de abordar este drama ha variado, el punto de vista también. Una serie de guionistas y de directores jóvenes han decidido revertir la mirada para abordar este periodo histórico: asistimos a historias donde el acento está puesto en la infancia. Los protagonistas son niños cuyas vidas se ven trastocadas por la dictadura –en muchos casos los filmes se inspiran en vivencias personales- y la represión militar aparece como una amenaza que se cierne sobre sus familias o como un telón de fondo determinante. Por ello la focalización abandona la tradicional omnisciencia para adoptar una mirada inocente que no alcanza a comprender lo que sucede. Es, a fin de cuentas, el punto de vista de cineastas que pertenecen a una generación que, sin ser protagonista de los procesos revolucionarios y de los subsiguientes golpes de estado, se vio involucrada en ellos, y ahora cuestiona aquello que marcó su infancia y, a veces, obligó a redefinir sus identidades desde el exilio. Con distintos matices este el caso de filmes como Machuca (Andrés Wood, Chile, 2004), Postales de Leningrado (Mariana Rondón, Venezuela, 2007), Paisito (Ana Díez, con guión del uruguayo Ricardo Fernández Blanco, España - Argentina – Uruguay, 2008), Agnus dei (Lucía Cedrón, Argentina, 2008), y en cierto sentido Kamchatka (Marcelo Pyñeiro, Argentina-España, 2002). Este tipo de filmes dejan atrás el cine del gran gesto social de realizadores como Solanas, Guzmán o Helvio Soto (con todas sus virtudes y defectos). La apuesta actual es privilegiar la pequeña historia por sobre el gran cuadro histórico, hablar desde lo menor para poder reinterpretar lo mayor. ¿Cine y dictadura? Sí. Claro que sí. Pasen y vean.