martes, 28 de julio de 2009

Corto de la semana

Hemos seleccionado para esta semana todo un clásico del cortometraje latinoamericano. Se trata de El héroe (1993) del director mexicano Carlos Carrera que en 1994 se llevó la Palma de Oro al mejor corto de animación en Cannes.

martes, 21 de julio de 2009

La voz de las alas: el laberinto de Jorge Echeverri


Por Ignacio del Valle

Colombia, años sesenta, Beatriz –Valentina Rendón- estampa el carmín de sus labios en la mejilla de su hijo Lázaro que afronta su primer día de clases. Colombia años ochenta, Rosa -Valentina Rendón- enfundada en su corsé de prostituta de lujo, coquetea con su medio hermano Lázaro. Colombia, año 2000, la guerrillera Rosa –sí, hablo de Valentina Rendón- custodia la celda de Lázaro. Londres, año 2005, Milena (ex Rosa, pero aún encarnada por Rendón), cojea por las calles de la gran ciudad, un hombre la observa desde su automóvil… se trata de Lázaro, ¿cómo no?

La voz de las alas, de Jorge Echeverri, es ante todo el recorrido amoroso de más de cuarenta años que siguen dos personajes –o si se quiere tres- Lázaro y su madre/media hermana. Poco importa que Rendón juegue dos roles, ella encarnará siempre el objeto de deseo del protagonista. El amor edípico de un niño hacia su madre hallará su satisfacción, con el correr de los años, en su media hermana. De la mano de Echeverri nos adentramos en un universo incestuoso, que el cineasta colombiano aborda sin un ápice de moralina. A su vez, Echeverri no hace del erotismo su principal caballo de batalla –aunque sea un elemento que cruza toda la película-, la cámara no esquiva los cuerpos sudorosos, a veces sucios, quizás ansiosos, pero se esfuerza además por crear atmósferas perturbadoras, enturbiadas, inquietantes. Un universo fuertemente melancólico e inestable, donde la pasión tiene el gusto dulce de una fruta que comienza a fermentar. Y donde no hay lugar para la inocencia.

Como en sus tres anteriores filmes, Echeverri se embarca con La voz de las alas en un proyecto sumamente personal. No contento con asumir el guión y la dirección del filme, se hace cargo también de la producción, el montaje, la fotografía, y la dirección de arte. ¿Síntoma de escasez de recursos? En absoluto. Según datos del ministerio de cultura de Colombia, el presupuesto estimado de la película es de casi 600 millones de pesos –un cuarto de millón de dólares-, nada mal para una producción latinoamericana. La multiplicidad de locaciones, el vestuario, las distintas recreaciones de época y el retrato de la guerrilla dan buena cuenta de la enorme ambición que envuelve al filme. Si pese a las dimensiones de su proyecto Echeverri decidió llevar él solo las riendas de gran parte del trabajo tras las cámaras, la explicación habría que buscarla en su celo por desarrollar una mirada personal e independiente.

El filme se nutre de fuentes heterogéneas que resultan desconcertantes: metáforas visuales, citas literarias, universo kafkiano, erotismo, psicologismo y drama, se dan la mano con cierta inclinación por el melodrama televisivo y la profusión de lágrimas (pese a lo cual es digno de destacarse el desempeño de Valentina Rendón y de Rolf Abderhalden, éste último como Lázaro). En 98 minutos la imagen se esfuerza inicialmente por recrear la textura vintage de los 16 mm, para después optar indistintamente por la cámara al hombro y los planos fijos. Por su parte, el montaje pasa de la breve inserción de planos detalle que rompen la linealidad del relato visual, al más clásico montaje invisible. El resultado es un filme difícil de aprehender globalmente, con ritmos diversos, incoherencias y altibajos extremadamente acusados. Al terminar de ver la película, da la sensación de haber asistido a un collage, de haber visto tres o cuatro películas que han sido unidas con más voluntad que coherencia. La experiencia puede dejar un poco pasmado al espectador, pero no por ello carece de interés.

lunes, 20 de julio de 2009

Corto de la semana

Martín quiere esfumarse o más bien mimetizarse con la ciudad para no ser visto por nadie. Una historia sencilla, filmada con humor y un profundo dominio estético y rítmico del arte audiovisual. "Hoy no estoy" (2007) de Gustavo Taretto:

lunes, 13 de julio de 2009

Estreno de Huacho


Por Felipe Bello

La sala está repleta. El público que no alcanzó a sentarse en una butaca, busca en algún lugar del pasillo una posición cómoda para ver el estreno en Santiago de la más reciente producción del cine chileno: Huacho de Alejandro Fernández Almendras. Todo esto transcurre en el marco de la inauguración del Festival de Cine B, un pequeño festival de cine independiente, que en este segundo año ha crecido de manera considerable.

El director pasa a presentar la película en compañía de un niño que pareciera no tener más de doce años. Tras los agradecimientos pertinentes, le dice a los asistentes que el pequeño no es su sobrino, aunque podría serlo, y que en realidad se trata del protagonista de su película. Le ofrece el micrófono para que diga unas palabras, él lo toma entusiasmado y dice: “Estoy súper contento, es la primera vez que vengo a Santiago”.

“Guacho” tiene según el diccionario de la Real Academia Española diez acepciones, sin embargo, sólo una definición es particular de Chile: “dicho de un hijo de madre soltera: No reconocido por el padre.” Gracias a este concepto, conocido ampliamente en la cultura chilena, uno podría pensar equivocadamente, pero con justa razón, que la película será un dramón acerca del padre ausente. Sin embargo con el transcurrir del metraje, esta percepción varía y uno pareciera intuir que el concepto de la película se acerca mucho más a la definición de “guaso”, que más allá de la definición de campesino, nos habla de una “persona falta de trato social, poco habituada a las costumbres de las grandes ciudades”.

La película narra lo que ocurre en un día de la vida de una familia de una pequeña localidad rural al sur de Chile. Es así como el director nos cuenta de manera independiente y consecutiva, el día de Clamira, el de su hija Alejandra, el de su nieto Manuel y el de su esposo Cornelio. Cada uno deberá sortear distintas dificultades para hacer frente a un mundo, “civilizado y moderno”, que no les ha otorgado las herramientas necesarias para ser parte de él, sino que los ha mantenido en una posición, en que al mismo tiempo que los integra, los rechaza.

En este vaivén, aparecerán de manera tenue muchas características propias de la identidad chilena, o incluso de cierta identidad latinoamericana, que siempre hemos intentado ocultar. Es así como el arribismo, la búsqueda del beneficio personal a costa del más débil, el endeudamiento, el rechazo al que es distinto y la flojera surgen de manera natural y el director las presenta sin buscar entablar ningún tipo de juicio moral al respecto. Además, Fernández no renuncia a que aparezcan los aspectos positivos de nuestra sociedad y que el humor esté presente también.

La propuesta estética del filme, fotografiado por Inti Briones, ofrece una visualidad diametralmente opuesta a los filmes en los que este director de fotografía había trabajado antes y en donde el campo había sido el protagonista. Si en Días de Campo de Raúl Ruiz, la apuesta eran los planos fijos y en el Cielo, La Tierra y La Lluvia, se buscaba un preciosismo estético a través largos dollys y planos fijos geométricamente compuestos, en Huacho la apuesta es la cámara en mano, es la estética documental. La cámara sigue a los personajes de espalda y de frente, los acompaña en su quehacer cotidiano y siempre se está moviendo con ellos. Esta propuesta logra darle a la película una soltura, que a ratos nos hace olvidar de que se trata de una ficción y ayuda a que los personajes logren una mayor cercanía y de inmediato cobren verosimilitud para el espectador.

El debut cinematográfico de Alejandro Fernández Almendras es un acierto en muchos aspectos. En primer lugar rescata a un sector de la sociedad, que rara vez ha sido retratado y las pocas veces en que se ha hecho, por lo general se ha caído en definiciones simplistas e idealizadas. También es interesante, porque saca a relucir todo eso que no queremos ser, pero que sin embargo sigue presente en cada eslabón de nuestra sociedad, a pesar de los “niveles de desarrollo” que ha alcanzado Chile y Latinoamérica en los últimos años. Y por último se aprecia que pese a ofrecer una visión crítica, no se juzgue a los personajes y que exista un equilibrio con ciertos aspectos positivos, como el apoyo dentro del núcleo familiar y el vivir la vida con optimismo.

Así como gracias a la película, el protagonista pudo conocer Santiago y empezar a perder su condición de “guaso”, sería bueno que algunos espectadores nacionales reconocieran algunos elementos propios en la película y dejaran de vanagloriarse de ser los “ingleses de Latinoamérica”.

domingo, 12 de julio de 2009

Corto de la semana

Les presentamos "Lapsus" (2007) de Juan Pablo Zaramella, animación ganadora del premio a mejor cortometraje en Anima Mundi Sao Paulo 2007.

jueves, 9 de julio de 2009

Che Sandoval, director de Te creís la más linda:

"Me siento parte de una generación que está naciendo”

Por Ignacio del Valle y María José Bello

Según su carnet de identidad nació en Chile en 1985 y se llama José Manuel Sandoval Santibáñez. Lo primero puede ser cierto, pero lo del nombre al parecer se trata sólo de un tecnicismo administrativo. Al director de Te creís la más linda, pero erís la más puta todo el mundo le llama Che. Su apodo informal y omnipresente, es una buena carta de presentación para su opera prima, un filme joven lleno de la soltura, la ironía y los modismos de la adolescencia santiaguina.

Te creís la más linda cuenta las peripecias de Javier (19 años), quien tras un fracaso en la cama vaga por las calles de Santiago en busca de aventuras sexuales. Esta historia ganó en 2008 la categoría de Cine en Progreso del Festival de Cine de Viña del Mar, premio otorgado para la finalización de un filme en etapa de postproducción. También fue seleccionada en el Work in progress de Valdivia –donde obtuvo una mención especial- y en Cine en Construcción del Festival Rencontres Cinémas d’Amérique Latine de Toulouse. El próximo sábado 11 se estrena ante el público la versión terminada de la película en el Festival de Cine B de Santiago de Chile.

El filme surgió como una obligación académica. Che Sandoval estaba pronto a terminar su carrera en la Escuela de Cine de Chile y para poder graduarse como director tenía que realizar un proyecto de fin de estudios. Fue así como poco a poco comenzó a tomar forma la historia de Te creís la más linda.

“Pensé que era más sencillo desde el punto de vista de la estructura hacer una historia lineal donde se mostrara el recorrido realizado por un personaje luego de que le sucediera algo determinante en un momento preciso de su vida. Ese algo fueron finalmente problemas sexuales y pérdida de una novia”, explica Sandoval. “Para darle menos drama al asunto quise que la chica perdida no fuese una novia de toda la vida, sino más bien una chica que recién conocía. El resto es una serie de escenas estilo road movie que funcionaban por sí solas, algunas escritas previamente, otras que se hicieron en el camino. Escribí de ese modo y finalmente las monté en el guión dándole una estructura nueva con fragmentos de situaciones absurdas. Más que nada debo decir que me lancé a escribir”.

¿Cómo consiguieron los fondos?
Es una película producida por la Escuela de Cine de Chile. Los equipos y el catch salieron de ahí. No necesité otros fondos para su producción. Para la post hemos sido apoyados por los premios de Cine en Progreso de Viña.

¿Cuánto les tomó el trabajo del guión y del rodaje?
La escritura de guión tomó ocho meses, pasando por versiones donde incluso se contaban dos historias paralelas (hoy sólo se cuenta la noche del protagonista). El rodaje mismo, duró diez días.

¿Cómo fue el paso por los festivales internacionales?
Hasta ahora hemos ido, fuera de Chile, sólo a Cine en Construcción en Toulouse. Este sábado es el estreno oficial en Chile. Nos han llegado eso sí invitaciones de otros festivales en el extranjero a los cuales no hemos ido porque estamos analizando el recorrido que vamos a seguir.

¿Por qué elegiste usar una jerga tan marcadamente juvenil, no crees que pueda haber problemas para llegar a una parte del público?
Se comenta mucho que el cine chileno tiene problemas porque se habla mucho y es sólo diálogo. La verdad yo creo que el problema no es el diálogo, sino el modo de éste. Actores de teleseries haciendo de pobres, de gringos y otras cosas... el habla no calza. Ruiz y Sánchez hicieron de sus películas, películas donde el habla era fundamental. Y esto lo consiguieron encontrando un habla particular. Porque así hablan sus personajes. En el caso de mi película quizás se extremó, pero actúan mis amigos y ellos hablan así y les di la libertad de que lo hicieran. El guión ya apuntaba a ese lado, a los coloquialismos particulares de un sector muy mínimo... pero eso le da la particularidad y la frescura a la película por lo cual, si tengo problemas con otra parte del público, bienvenidos sean. Simplemente eso es parte del estilo, que se note y se plasme me hace feliz.

¿Qué esperas del estreno de la película en el Festival de Cine B?
Espero que a la gente le guste, porque va un público con expectativas de ver una película nueva, fresca y distinta, sin que esto signifique que sea una peli extraña en temática. Entonces se une la creatividad con un tema popular. Ojalá eso funcione y lo puedan pasar bien. Siempre he dicho que me gusta que se vayan con su escena preferida, su personaje preferido, la cuña que más les gusta.

¿Tienes algún plan de distribución para la película?
Pasearla por festivales, viajar... ojalá ganar algo y luego tener un estreno en salas en el país y si sale algo afuera, también. Pero en términos concretos quiero darla a conocer en el mundo como mi primera película. Quiero instalar un nombre y un estilo, aunque incipiente, estilo al fin y al cabo.

¿Te identificas con el trabajo de la nueva generación de realizadores chilenos?
Sí, porque es gente que quiere hacer sus películas. Sí me gustaría que las películas chilenas dieran un salto y el cine de autor no se quedara simplemente en lo íntimo y lo de bajo presupuesto. Obviamente hay directores que les acomoda eso y está bien, pero creo que no ha aparecido ninguno que dé el salto para hacer algo con más presupuesto y que siga siendo cine de autor... al parecer muchas veces la autoría ha caído en manos de un estilo de filmar, antes que de sus historias o sus personajes. Quizás sea porque casi todos tienen una sola película, pero creo que es una buena generación. En todo caso más me siento parte de una generación que está naciendo... creo que vienen hartos nombres. Ahora viene la primera generación que va a salir de múltiples escuelas del país. Hay que ver qué pasa con eso.

(Te creís la más linda: sábado 11 de julio a las 19 horas en Cine Arte Alameda, Festival de Cine B)


TRAILER "TE CREÍS LA MÁS LINDA (PERO ERÍS LA MÁS PUTA)" from jose sandoval on Vimeo.

lunes, 6 de julio de 2009

La arriesgada apuesta de Gasolina


Por María José Bello

La película Gasolina (2008) del director Julio Hernández Cordón (33) ha logrado destacarse como un hito dentro del cine guatemalteco de los últimos años. En septiembre de 2007 obtuvo el premio de Cine en Construcción del Festival de San Sebastián que le permitió cubrir los gastos de post-producción y el traspaso a 35 mm. Al año siguiente se alzó como ganadora en la categoría Horizontes Latinos del mismo evento. Estos éxitos le han permitido encumbrarse como la película guatemalteca más significativa desde 1994, cuando El silencio de Neto de Luis Argueta obtuvo una importante circulación en festivales.

Pero el camino para llegar a la cima estuvo lleno de obstáculos. Si para los jóvenes realizadores de países como México, Argentina o Brasil resulta complicado sacar adelante un proyecto de largometraje y luego distribuirlo en el mercado internacional, para los directores provenientes de países con poca tradición cinematográfica la situación es mucho más difícil. En estos no existe una industria del cine y muchas veces ni siquiera hay apoyos gubernamentales para incentivar la creación audiovisual. Es el caso del filme de Julio Hernández, que no tuvo ninguna subvención de parte del ministerio de cultura, por lo que el director tuvo que recurrir a diversas medidas de financiamiento que incluyeron una subasta de cuadros de artistas plásticos, quienes donaron sus obras para contribuir al proyecto del cineasta. Con esta acción se consiguieron más de 20 mil dólares de un total de 130 mil que costó la película.

Gasolina narra la historia de Gerardo, Nano y Raymundo, tres adolescentes de clase media quienes se pasan las horas robando bencina de los coches de sus vecinos para luego poder a salir a dar vueltas en auto. Hernández vivió su infancia en EEUU y regresó a Guatemala en la juventud. Su película tiene algunos ribetes autobiográficos puesto que su familia se trasladó a un barrio parecido al de los protagonistas, situado en la periferia de la ciudad, que no ofrecía muchas posibilidades para pasar el tiempo. ”El carro fue muy importante en mi adolescencia, me lo robé varias veces y lo choqué por lo menos tres”.

La trama de gasolina es sencilla, pero efectiva, en cuanto profundiza en la historia de amistad de los jóvenes y en cómo llevan al límite sus relaciones con los adultos. Nos encontramos además frente a un trasfondo social importante. Al mismo tiempo que se nos muestran las peripecias a las que se enfrentan los protagonistas, en el subtexto se está denunciando la falta de ideales de una generación, su inercia existencial y la violencia contenida en la sociedad en que se desenvuelven. “Guatemala es un país intolerante, donde la violencia es algo cotidiano y la gente no se da cuenta de ello", señaló el director en una entrevista durante el Festival de San Sebastián.

Pese a los galardones obtenidos, no se puede hablar de una gran innovación en cuanto al lenguaje cinematográfico en este filme. Salvo algunas excepciones (como el plano detalle del comienzo) los encuadres son bastante clásicos. Podríamos aventurar que la apuesta estética de la película radica en llevar al extremo las escenas nocturnas de exteriores. La escasa iluminación en muchas de ellas crea un ambiente sombrío y desolado, que se transforma en el sello de esta historia, pero que en ocasiones también dificulta la comprensión de ciertas acciones.

Hernández, quien se propuso trabajar sólo con actores amateurs, logró obtener de parte de ellos unas interpretaciones realistas y convincentes. Destaca sobre todo la dirección de los actores principales.

Lejos de ser magistral, Gasolina es un audaz retrato de la sociedad guatemalteca contemporánea.

Trailer de la película

domingo, 5 de julio de 2009

Corto de la semana

Los invitamos a ver el cortometraje "Lennon ha muerto" de Ignacio Sánchez de Bustamante, un joven director argentino residente en España que acaba de mostrar su trabajo en la sección informativa del Festival de Cortometrajes de El Escorial (Escorto 09).

LENNON HA MUERTO from prometeo on Vimeo.