Por Ignacio del Valle
Las pequeñas historias de la vida cotidiana apasionan a Nicolás Pereda, el joven realizador de Juntos, largometraje mexicano que se exhibe esta semana en el Vº Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic). La apuesta de Pereda es darle tiempo en la pantalla a la realidad de todos los días, dejar que se vaya colando poco a poco en sus filmes, hasta constituir la verdadera materia de la que están compuestos. Primero con ¿Dónde están sus historias? (2007), después con Juntos (2008) y el cortometraje Entrevista con la tierra (2008) y recientemente con Perpetum Mobile (2009) –seleccionada para el próximo festival de San Sebastián y premiada en Cine en Construcción de Toulouse-, si ha habido una preocupación que caracteriza al cine de Pereda ha sido la de explorar las posibilidades sensoriales que ofrece la imagen cinematográfica y jugar con la frontera ambigua –siempre ambigua, por suerte- que separa la ficción del documental.
“Lo que me atrae de la ficción es la realidad y lo que me atrae del documental es la ficción, como los dos se unen. Me interesa mucho que se entienda lo concreto, es decir, que si alguien come, lo sientas comer, lo mismo cuando se está bañando. Siento que el cine tiene esa capacidad de mostrar que algo muy físico está sucediendo. Películas donde sientes, más que piensas, y sientes porque la persona que está ahí también está sintiendo”, nos explicó durante el festival de cine latinoamericano de Toulouse.
Inútil hacer una sinopsis de Juntos, quizás lo menos importante sea la trama. Las tensiones y pequeñas miserias de Gabino y Luisa, una joven pareja en ciudad de México, que tiene problemas con el agua corriente, pelea por la llegada de Paco y que pierde a su perro Junto, no son ni mucho menos lo más importante del filme. Lo importante es la atmósfera que sabe construir Pereda a través de una cámara obsesivamente fija durante buena parte del filme; a través de planos secuencias llevados al extremo; a través de diálogos anodinos por donde se cuela, como un mensaje prohibido pero implícito, las tiranteces de la pareja protagónica. Juntos –el título es una ironía por supuesto- es un retrato de la incomunicación, un tema que cruza los tres largometrajes de Pereda, pero que quizás sea aquí donde mejor se expresa.
El gran protagonista del film es el tiempo: el director utiliza largos minutos para contar lo que un cineasta tradicional habría obviado con una elipsis. Pero ese detenimiento no es gratuito, sirve para interrogar sin concesiones lo cotidiano, para desarrollar una reflexión sobre el día a día, que consigue traspasarse al público y que resulta inquietante. Pereda ahonda en la más íntima sensorialidad y exige, por eso mismo, una entrega que resulta difícil incluso para un actor profesional. La larga secuencia del baño de Gabino es sin duda el mejor ejemplo de ello.
Para recrear la cotidianeidad de una pareja de la forma más realista posible, se utilizó mucha improvisación de parte de los actores. Pereda trabajó además con dos intérpretes que conoce bien: Luisa Pardo y Gabino Rodríguez (que también protagoniza sus otros dos filmes). “Juntos era un guión de ocho páginas, en el que estaba todo. Hay por ejemplo una sola toma de nueve minutos en la que en el guión sólo se dice 'Luisa esta enojada con Gabino están comiendo y Gabino se va'. Esas dos líneas acaban siendo nueve minutos. Es algo que requiere de se trabaje un poco con los actores. Ellos son muy amigos míos e intuyen muy bien lo que quiero. Cuando estoy en México vivimos juntos (Pereda estudia en Canadá). Creamos juntos”, cuenta el director.
La experimentación formal que caracteriza al cine de Pereda se debe, en parte, a su formación en el mundo del video arte. El objetivo del realizador es precisamente aproximar esos dos mundos. “Yo empecé haciendo video arte para galerías”, explica. ”Siento que hay algo interesante allí, que puede venir al mundo del cine, sobre todo porque en el cine uno se sienta para ver algo que dura una hora y media. En cambio si yo proyectara una película en una galería la gente vería cinco minutos y saldría. Lo interesante es poder meter videos de ese tipo en el cine”.
Ya sea por la manera de explorar el tiempo, ya por su rotunda negación a emplear los esquemas del cine predominante o por sus temáticas arrancadas de la realidad más común, lo cierto es que el cine de Nicolás Pereda difícilmente deja indiferente al público. Su intento por llevar las cosas hasta las últimas consecuencias, en términos de experimentación formal y de estructura narrativa, hace de sus filmes –como el mismo lo reconoce- obras “difíciles”. Lo anterior entraña, por supuesto, un esfuerzo de la parte del público bastante mayor al que comúnmente se le demanda. “Lo que le pido al público es un poco de paciencia”, comenta Pereda, “un poco que se mentalicen de la misma manera en que uno se mentaliza cuando va a una galería. No se trata de pensar o de ser analítico sino que estar abierto a una nueva experiencia”.
1 comentario:
Con todo el respeto del mundo fui a ver esa pelicula y la mitad de los q estabamos ns salimos al ver semejante cosa, he visto cine de arte pero q aburrida pelicula, ni siquiera supo darle continuidad a lo del agua eso hubiera estado interesante.....
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