viernes, 29 de octubre de 2010

Carancho, la muerte como negocio


Por María José Bello N.

Pablo Trapero / Argentina / 2010 / 107 min

En los cines Verdi de Barcelona se estrenó el pasado mes de septiembre, Carancho, la última película del director argentino Pablo Trapero. El segundo día de proyecciones, la sala del Barrio de Gràcia estaba completa. Y es que la admiración que existe en España por el actor Ricardo Darín -protagonista del filme- es inmensa. La película había participado además en la sección Un certain regard (Una cierta mirada) del festival de Cannes 2010 en el mes de mayo, donde tuvo una buena acogida por parte de la crítica.

Trapero realizó su opera prima Mundo Grúa en 1999, una película independiente de corte social con personajes entrañables que -entre otras distinciones- obtuvo el premio especial del jurado del Festival de La Habana, el galardón a mejor película en Toulouse y la distinción de la FIPRESCI en Rotterdam. Luego vendrían El bonaerense (2002), Familia rodante (2004), Nacido y criado (2006), su reconocida película Leonera (2008), y este año, Carancho, un apasionado y violento thriller policial de estética realista, que ha sido tildado de demasiado “gringo” por algunos de sus detractores que adhieren más al estilo de los inicios cinematográficos del director.

Carancho es un ave rapaz de gran tamaño que habita en diferentes países americanos y que con frecuencia se nutre de animales atropellados; también suele atacar a sus víctimas con picotazos hasta extenuarlas... Este animal ha servido de metáfora para designar un oficio que existe al límite de la ley en Argentina. Sosa (Ricardo Darín) es un abogado especialista en accidentes de tránsito que ha perdido su licencia y que se dedica a ser Carancho: intermediario entre las víctimas de los accidentes y las aseguradoras. Ayudan a los familiares de los muertos o a los heridos a cobrar los seguros que les corresponden. Trabajan generalmente con clientes pobres, de escasa educación, a quienes engañan para dejarse un importante porcentaje del dinero como ganancia.

Sosa es un Carancho, pero como antihéroe nos encandila con su carisma. Es un Carancho de los “buenos”, si es que puede existir eso. Cobra lo justo e intenta ayudar a los afectados. Está intentando redimirse y recuperar su matrícula para poder volver a ejercer como abogado. En ese momento conoce a Luján (Martina Gusman, también productora del filme y esposa del director) una joven e inocente doctora que asiste a los heridos de los accidentes. Juntos iniciarán una historia de amor, sangre, adrenalina y desesperanza por noches turbulentas. El guión está muy bien trabajado, con progresivos giros a lo largo de la historia y un final inesperado.

Se trata de un filme de suspense con una violencia que extenúa. Pero más allá de los elementos propios del cine policial, lo interesante de esta película son las excelentes actuaciones de los protagonistas, enmarcadas dentro de un cuadro fotográfico y social realista. En un registro casi documental, con un cuidado trabajo del color, recorremos calles borrascosas y consultorios atestados de enfermos y heridos. Carancho explora la mercantilización de los dramas humanos con crudeza, sensatez y compasión, y nos invita a vivir una apasionada aventura sin retorno de la mano de Sosa y Luján.

Este filme fue escogido para representar a Argentina en la próxima edición de los Oscar en la competencia a mejor película extranjera, galardón que este año se llevó El secreto de sus ojos de Campanella, película argentina protagonizada por el mismo Darín.




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