Por Ignacio del Valle
La suerte le ha sonreído a Mateo Herrera con Impulso, su tercer largometraje. El filme, su primera producción terminada en 35 milímetros, se estrenó sin muchas expectativas en los Rencontres Cinémas d’Amérique Latine de Toulouse y terminó llevándose el primer galardón del festival. El premio le permitió a este joven director ecuatoriano acaparar la atención de los medios de su país y del público local. Un público que cada vez puede disfrutar de más producciones nacionales, gracias al reciente apoyo que el Consejo Nacional de Cine brinda a los cineastas ecuatorianos.
Impulso es la historia de Jessica, una adolescente de 17 años, cuya madre ha emigrado hace tiempo a Europa y cuyo padre es un perfecto ausente, al que la chica ni siquiera conoce. Ella se ha criado con su abuela y una tía y, como es previsible –y necesario para fines dramáticos-, la relación entre las tres es tensa y fría. Frente a ello, Jessica se refugia en sus amigos y la música heavy metal. El rechazo que siente de parte de su familia la llevará a escaparse al campo en busca de su padre. Comienza así una historia iniciática en la que Jessica terminará por conocer el amor de pareja. La propuesta de Herrera, sin embargo, es darle un giro a esta historia -tremendamente repetida, la verdad sea dicha-. Para conseguirlo el director introduce elementos fantásticos cuyo fin es darle una densidad y un tempo particular a su filme. A medida que Jessica deja la gran ciudad y llega al campo; a medida que conoce a sus familiares y al primo del que se enamora, se irán introduciendo, poco a poco, una serie de sucesos inexplicables en la narración.
Para Herrera la introducción de estos elementos obedece casi a una cuestión de principios. “Se ha hecho mucho cine latinoamericano sobre realismo social, pero la vida de los latinoamericanos es una vida que está completamente inmersa en la magia. Convivimos con lo fantástico”, explicó en Toulouse. Es precisamente por ello que el filme intenta sumergirse en los distintos aspectos del mundo inconsciente, subvertir la realidad hasta llegar a acariciar aquello que ésta esconde. Todo lo cual, por otra parte, ha sido siempre la tarea del cine fantástico. Como afirma Clément Rosset, “lo fantástico no es lo otro de lo mismo, sino que su alteración: no es la contradicción de lo real, sino que su subversión”.
Para poner en escena esta subversión, Herrera se vale de puertas que se cierran inexplicablemente, duchas que se encienden solas y otros recursos típicos del cine de horror, hacia el que el realizador se siente muy cercano. A ello se suma una música intensa, un par de zoom in inquietantes y, por desgracia, ciertos efectos visuales de eficacia y ejecución dudosas. Dos elementos simbólicos se repiten a lo largo de todo el film: el agua y los espejos. Funcionan como un llamado que atrae a Jessica y son el puente de unión entre ella y su primo. Los espejos sirven también como una metáfora del desdoblamiento del alma a partir del cual se construye la película: en ellos vemos nuestro reflejo y con él aquello que alguna vez pudimos ser, aquello que tememos, que añoramos o que deseamos. El espejo es el mundo de la potencia y, también, una metáfora del cine, pues el séptimo arte aúna a su manera todas estas facultades. “Los espejos mienten”, le dice una tía a Jessica, para explicarle por qué los cubre con un paño. Sin embargo, la verdadera razón de este acto es justamente la contraria: los espejos han sido cubiertos porque rebelan una verdad.
Ahora bien, el mayor problema del filme viene dado por la poca originalidad de los recursos empleados. En su afán por desconcertar a la audiencia Herrera echa mano de una estrategia narrativa similar a la que ya antes habían usado directores como M. Night Shyamalan y Alejandro Amenábar. Como el público ya conoce ese tipo de estrategias, el giro final deja de sorprender y llega a hastiar. Así, cuando termina la historia no es raro que aflore la maldita duda: “Un momento, esto yo ya lo había visto antes, ¿no?”.
A la poca originalidad narrativa, se suman inconvenientes técnicos. Se repiten hasta la saciedad un número escaso de locaciones, que siguen un orden muy esquemático al principio del filme. Además se echa en falta mayor ligereza y fluidez a la hora de concebir y estructurar los planos de las escenas más complejas. Por otro lado, da la sensación de que el director no se siente cómodo con la mayoría de sus actores secundarios. Cuando hablan tiende a mostrarlos de espaldas o en plano general, como si quisiera mantenerlos lejos del objetivo, por temor a que lo traicionen. Un buen ejemplo es una de las escenas en que Jessica charla con su primo: para ella son los primeros planos, para el primo las espaldas y los planos generales. Otro ejemplo de esta falta de confianza es el personaje de la abuela: la cámara se las ingenia para no filmarle casi nunca los labios durante sus escasos diálogos y su voz está claramente postsincronizada.
Todo esto lleva a que el universo que rodea a la protagonista no adquiera nunca verdadera consistencia y profundidad. Herrera hace una introducción muy larga para mostrarnos la vida de Jessica –más de media hora a riesgo de fracturar un filme de alrededor de noventa minutos-, sin embargo, describe esa vida con temor, es como si no quisiera introducirse realmente en ella. Todo el peso dramático recae sobre la actriz principal, Cecilia Vallejo –de un talento promisorio-, que, sin embargo, queda aislada; rodeada de un universo de cartón piedra.
Aparte del trabajo de la propia Vallejo, aquello que contribuye a contrarrestar mejor los errores de Impulso es su fotografía: un blanco y negro muy cuidado, de gran profundidad de campo y algunos planos detalle de excelente factura. A ello se une una buena musicalización, creadora de atmósferas. Es de esperar que estos últimos elementos, un guión mejor trabajado, más atención en el casting y en la labor con los actores den un nuevo impulso al siguiente filme de Mateo Herrera.
trailer IMPULSO from Taladro Films on Vimeo.
3 comentarios:
Estimados señores:
Hace un rato me contactó un señor llamado Juan Pablo Alvarez Pozo por facebook, yo no lo conozco y me comentó de esta película, yo no la conocía y leí varias críticas incluyendo estea que no es muy alentadora para su realizador pués estaremos de acuerdo que en Ecuador el cine está en pañales, volviendo al tema, el tal señor que ha trabajado en la película me ha dicho desde prepotente y cerrada en adelante, ruego si alguien se relaciona con el equipo de esta película que les enseñe a respetar la opinión ajena y a escuchar a ver si logran un mejor trabajo, incultos!
Proyectan esta película en un ciclo de cine ecuatoriano en mi ciudad ( A Coruña) pero esta crítica me desanima un poco.
Espero que las otras me llamen más
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